Noche de primavera, fresca, con una inmensa luna llena brillando en el cielo y un embriagador aroma dulzón flotando en el aire. Hace mucho tiempo que vienes planificando lo que vas a hacer ésta noche, y las condiciones para llevar a cabo tu plan son perfectas. Llevas a tu amada a cenar y luego van a pasear por un camino junto al rio. Ambos recuerdan que ésta noche es el aniversario del inicio de su relación y rememoran juntos los mejores momentos que han vivido a lo largo de la misma. Llega el momento cúlmine de la noche, lo que tanto has planeado. Sin importarte un comino los clichés hollywoodenses, te paras frente a ella, apoyas una rodilla en el piso, sacas del bolsillo interno de tu traje el pequeño estuche y lo abres súbitamente, revelando un precioso anillo de oro.
De aquí en adelante las reacciones de tu amada pueden ser muy variadas. Lo más probable es que con ojos llorosos te lance un ahogado “acepto” y se arroje directamente en tus brazos. Y es lógico, pues ese pequeño anillo dorado en realidad representa un gran compromiso por asumir en el futuro. Pero más allá de lo que implica ese anillo para el futuro de su vida, ¿será consiente tu reciente esposa de todo lo que ha sucedido en el pasado para que ese anillo llegase hasta ella? ¿Tendrá alguna idea de la serie de increíbles eventos que tuvieron que darse para que ese pequeño trozo de oro envuelva ahora su dedo?