Cuando hablamos de vida extraterrestre, debemos admitir que el planeta Marte ha sido siempre el que más ha motivado nuestra imaginación. Todo comenzó cuando el astrónomo Percival Lowell estudió una serie de líneas que surcaban la superficie del planeta (previamente observadas por Giovanni Schiaparelli), para luego afirmar que las mismas eran canales artificiales construidos por una civilización marciana inteligente. Por supuesto, más tarde se comprobó que las líneas se debían a un efecto óptico y las teorías marcianas se descartaron completamente. Pero la imaginación de los autores de ciencia ficción ya había echado a volar: “La Guerra de los Mundos” de H. G. Wells, “La Serie Marciana” de Edgar Rice Burroughs y “Crónicas Marcianas” de Ray Bradbury son sólo algunos ejemplos de obras populares basadas en la vida en Marte.
Pero haciendo a un lado la ciencia ficción y la falsa concepción de vida marciana como “pequeños individuos verdes con antenas” (o perversos monstruos que invaden nuestro planeta en gigantescas naves robots) voy a referirme aquí al estudio real, empírico y científico de la posible existencia de vida en el planeta Marte. Por supuesto, prácticamente hemos descartado la presencia de vida compleja e incluso vida pluricelular no tan compleja; lo que esperamos encontrar cuando estudiamos dicho planeta son organismos unicelulares simples o diferentes tipos de bacterias.
Analicemos en primera instancia las características constitutivas generales del planeta. La composición sólida de Marte es similar a la de la Tierra, formada por silicio e hierro, aunque con una menor densidad media. Marte es significativamente más pequeño que nuestro planeta, con aproximadamente un 50% del diámetro y un 11% de la masa de la Tierra. El planeta presenta volcanes y flujos de magma, pero carece de actividad tectónica (movimiento de placas en la superficie).
Posee una delgada atmósfera compuesta principalmente por dióxido de carbono, con algunas cantidades menores de nitrógeno y argón. A causa de su pequeño tamaño, el planeta no puede mantener una atmósfera densa, lo que ocasiona que algunos componentes importantes como el agua se sublimen hacia el espacio (pasan directamente de estado sólido a gaseoso). La inclinación del eje del planeta es de 25°, por lo que experimenta estaciones como se dan en la Tierra. A causa de su tenue atmosfera el planeta atraviesa un amplio intervalo de temperaturas, calentándose durante el día y enfriándose rápidamente durante la noche. Las temperaturas oscilan entre los -140° y los 35° centígrados.
Sabemos que la vida tal como la conocemos requiere agua en estado líquido para desarrollarse. Las condiciones actuales de Marte parecen indicar que no puede haber agua líquida en su superficie, dado que la baja presión y las bajas temperaturas harían que el hielo se sublimara directamente en lugar de fundirse. Aún así, los científicos siguen investigando con entusiasmo en busca de reservorios de agua debajo de la superficie del planeta, donde determinados organismos microscópicos, principalmente los denominados extremófilos, podrían desarrollarse.
El orbitador espacial Mars Odyssey encontró en el año 2002 grandes cantidades de agua congelada cerca de la superficie en el hemisferio sur. Unos canales descubiertos en la superficie parecen indicar que en algún momento debió fluir por ellos una gran cantidad de agua. El agua probablemente corresponda a riadas rápidas que se evaporan muy rápido, y por lo tanto no proporcionan un medio adecuado para el desarrollo de la vida. Sin embargo, si en el pasado surgió vida en el planeta, estas condiciones podrían bastar para mantener organismos que se hayan adaptado correctamente.
Uno de los acontecimientos más importantes en relación a Marte se dio en el año 1996, cuando creímos encontrar indicios de vida en el meteorito de origen marciano denominado ALH84001. Los análisis determinaron la presencia de concreciones de carbono que recordaban a las bacterias fosilizadas halladas en la Tierra, aunque un orden de magnitud más pequeñas. También se encontraron otros fósiles químicos y cristales de magnetita, parecidos a los que se encuentran en algunas bacterias de nuestro planeta. Pero estudios más recientes llevaron a la conclusión de que estos indicios eran insuficientes: ante cada evidencia, se han propuesto mecanismos abióticos que producirían los mismos efectos. Y la extraordinaria afirmación de existencia de vida en Marte requeriría pruebas igualmente extraordinarias.
Existe una teoría realmente impresionante acerca de la vida en Marte, mencionada en cierta ocasión por el astrofísico Neil deGrasse Tyson. A través de investigaciones científicas sabemos que el Sol atraviesa desde su formación un proceso muy sutil de lento enfriamiento. Si tomamos esto en consideración, podemos pensar en un pasado del planeta Marte, hace miles de millones de años, donde las temperaturas del planeta fueran lo suficientemente cálidas como para retener agua líquida en su superficie. De hecho, tenemos evidencias de la existencia en el pasado de agua en la superficie marciana, lo que nos indica que Marte pudo haber sido un planeta fértil y rebosante de vida.
Pero luego algo realmente malo tuvo que haber sucedido allí, algo que acabase con toda la vida, convirtiendo al planeta en el desierto estéril que conocemos hoy. Pudo haber sido producto de algún cataclismo propio de planeta, como intensa actividad volcánica; pero si lo pensamos, también pudo haber sido causado por algún agente externo, como ser un cometa o asteroide. Si tomamos en cuenta esta última hipótesis, entonces algún cuerpo pudo haber colisionado contra el planeta, causando una destrucción generalizada, pero al mismo tiempo expulsando hacia el espacio ingentes cantidades de rocas cargadas de componentes orgánicos. Los extremófilos, organismos capaces de sobrevivir a condiciones extremas de temperatura, presión y radiación, podrían también sobrevivir a un viaje a través del espacio. Algunos de esos fragmentos de rocas, conteniendo componentes orgánicos o bacterias extremófilas, podrían haber colisionado luego con nuestro planeta, desencadenando el fenómeno de la vida en la Tierra. Esta teoría se denomina panspermia y si fuese correcta, entonces todos y cada uno de nosotros seriamos descendientes de organismos marcianos.
En resumen, podemos considerar a Marte como un candidato posible para la existencia de vida extraterrestre, pero más aún, como un gran candidato para la presencia de vida en el pasado. El planeta mantuvo en tiempos remotos cantidades adecuadas de agua, carbono y energía, por lo tanto si la vida se presenta rápidamente allí donde las condiciones lo permiten, entonces Marte probablemente haya sustentado vida. Compartiendo tantas condiciones similares con la Tierra y con la posibilidad de que haya albergado vida en el pasado, esto nos lleva a plantearnos una serie de preguntas. ¿Habrá sido Marte un planeta desbordante de vida que se vio luego esterilizado por algún dramático cataclismo? ¿Seguirá la vida en nuestro planeta el mismo camino de la vida en Marte? ¿Es nuestro planeta vecino una desierta profecía del futuro de la Tierra? Sólo la investigación científica y las expediciones espaciales pueden ayudarnos a obtener las respuestas necesarias a estas preguntas.
Fuentes:
- Life in Space: Astrobiology for Everyone. Dr. Lucas John Mix. Harvard University Press. 2009.
- An Astrobiology Strategy for the Exploration of Mars. Committee on an Astrobiology Strategy for the Exploration of Mars, National Research Council. 2007.
- Mars Exploration Program Website.
damian me llamo kamilo soy de colombia y tengo 10 años estoy apasionado por la astronomia y nesecito un astronomo que me oriente porq cuando sea grande quiero ser el mejor astronomo del mundo entonces me podrias dar tu facebook o algo para yo poder hablar contigo
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