16 de abril de 2012

Acerca de la inexistencia de espíritus, fantasmas y espectros, o cómo el cerebro se engaña a sí mismo

Aunque no tiene demasiada relación con el ámbito científico, me pongo a escribir éste artículo sobre espíritus y fantasmas porque es algo que realmente me preocupa. Y el motivo por el cual me preocupa es el siguiente: he conocido algunos locos que creen en OVNIS, he conocido algunas locas que creen en astrología, he conocido algunos individuos con creencias religiosas; pero del fenómeno de espíritus y fantasmas parece no salvarse casi nadie. Prácticamente toda persona que conozco, más allá de su nivel de inteligencia, conocimiento o razonamiento, afirma creer que “algo hay” en relación con los espíritus.

La mayoría de esas afirmaciones derivan de alguna experiencia personal para la cual no encuentran una explicación razonable: sonidos extraños durante la noche, la visión de una sombra atravesando un pasillo en la oscuridad, un retrato familiar que se desplomó sin motivo alguno, incluso experiencias con juegos como la güija. Por supuesto, al igual que ocurre con las otras pseudo-patrañas, lo que nunca sucede es un evento claro y definitivo; por ejemplo, un espíritu presentándose claramente frente a una persona y permitiéndole tomar fotos y videos precisos del encuentro. Lo cual es extraño que nunca haya sucedido, puesto que si yo muriera y quedara vagando en forma de espíritu, querría que mis descendientes se volviesen famosos obteniendo evidencia certera de la existencia de un fantasma; pero dejémoslo ahí, porque estoy divagando y mi sarcasmo puede ser malinterpretado por malintencionados.

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