El 21 de Julio de 1969 fue una fecha que marcaría un antes y un después en la historia de la humanidad. Fue ese día cuando el ser humano se convirtió en la única especie de este planeta en poner un pie y caminar sobre un cuerpo diferente a la Tierra. La primer especie que evolucionó y logró desarrollar una inteligencia tan impresionante que le permitiría salir de su planeta de origen, conquistar el espacio e incluso andar sobre la superficie de otro cuerpo celeste, en este caso el satélite natural de su propio planeta. Pero como sucede con todas las especies, entre los humanos existen especímenes con menos sentido común, menos inteligencia y menos escrúpulos; y en el tema que nos compete, esos especímenes son denominados “conspiranoicos”, creadores de las más ridículas teorías conspirativas sobre la llegada del hombre a la Luna.
Debo admitirlo, me abruma un poco cuando aquellas personas que considero “pensantes” me preguntan si el hombre realmente llegó a la Luna, sobre todo cuando ante mi indudable respuesta positiva (si, es un hecho, llegamos a la Luna) empiezan a desplegar una serie de planteos y cuestionamientos conspirativos, sin razonamiento alguno, que sólo repiten porque los han escuchado o leído en algún lado, sin el mínimo intento de hacer un análisis crítico de los mismos. Y entiendo perfectamente porque lo hacen, entiendo que las teorías conspirativas pueden resultar atractivas, simples, incluso divertidas. Pero personalmente, no encuentro para nada divertido el intento de denigrar el logro más importante de la humanidad con hipótesis ridículas. Es por eso que finalmente me he decidido a escribir un artículo al respecto, para exponer de forma correcta las muchas pruebas y evidencias que tenemos de nuestra innegable presencia en la Luna, y al mismo tiempo refutar los argumentos que más frecuentemente se usan en la teoría conspirativa.
28 de febrero de 2011
18 de febrero de 2011
Betelgeuse, dos soles en el cielo y el año 2012
Quizás hayan escuchado o leído últimamente acerca de Betelgeuse, una estrella supergigante roja que brilla en nuestro firmamento en la constelación de Orión y que parece haberse sumado al equipo de catástrofes que destruirá nuestro planeta a finales del próximo año. Como si fuera poco con la desestabilización del eje de la Tierra, la colisión con el planeta X y las terribles erupciones solares (todas patrañas desmentidas en este artículo) parece que también Betelgeuse y sus mortales rayos gamma quieren atacarnos. Bueno, en realidad no tenemos que preocuparnos (más que de la mala prensa) pues ésta noticia es solo el producto de un “malentendido” periodístico.
El infeccioso virus a partir del cual comenzó a contagiarse esta falsa noticia es un periódico llamado The Huffington Post, al que el astrónomo Phil Plait llama “el bastión de la anti-ciencia”. La noticia original no era tan grave en realidad: una entrevista realizada al científico Brad Carter donde se hablaba de la estrella Betelgeuse y sus posibilidad de volverse supernova y estallar. Esa es una realidad: Betelgeuse se encuentra en la etapa final de su vida y próximamente va a explotar en una magnífica explosión; el problema radica en lo que consideramos como “próximamente”.
El infeccioso virus a partir del cual comenzó a contagiarse esta falsa noticia es un periódico llamado The Huffington Post, al que el astrónomo Phil Plait llama “el bastión de la anti-ciencia”. La noticia original no era tan grave en realidad: una entrevista realizada al científico Brad Carter donde se hablaba de la estrella Betelgeuse y sus posibilidad de volverse supernova y estallar. Esa es una realidad: Betelgeuse se encuentra en la etapa final de su vida y próximamente va a explotar en una magnífica explosión; el problema radica en lo que consideramos como “próximamente”.
11 de febrero de 2011
Extremófilos: la prueba de la extrema resistencia de la vida
A través de la historia los seres humanos siempre nos hemos sentido cautivados y fascinados por ese fenómeno tan peculiar que denominamos vida, y en el cual nosotros mismos estamos incluidos. Estudiando y analizando en detalle al resto de las especies con las que compartimos el planeta hemos llegado a comprender mucho sobre la vida en la Tierra. Hemos dado grandes pasos, como sucedió con el establecimiento (y continua mejora) del sistema de clasificación taxonómico, y también enormes saltos, como el realizado por Charles Darwin con su descubrimiento de la evolución de las especies a través de la selección natural (la cual, me siento tentado de aclarar, es un hecho científico establecido, y no solamente una teoría como muchos quisieran creer).
Siendo nosotros mismos una de las tantas especies que habitan el planeta, cuando tratamos de estudiar y entender a los seres vivos cargamos con un sesgo importante que limita nuestro campo de búsqueda. Durante mucho tiempo hemos creído que la vida solamente podría desarrollarse y proliferar en entornos similares a aquellos que nos resultan tolerantes para vivir a nosotros y a otras formas de vida que se nos parecen. Al mismo tiempo hemos descartado ambientes extremos, como aquellos con muy elevada temperatura, o alta presión, o el vacio del espacio, y los hemos catalogado como imposibles para el surgimiento y sustentamiento de vida. Sin embargo, recientemente hemos descubierto que la imaginación de la naturaleza es impensablemente más grande que la nuestra, y que la resistencia del fenómeno de la vida es realmente extrema.
Siendo nosotros mismos una de las tantas especies que habitan el planeta, cuando tratamos de estudiar y entender a los seres vivos cargamos con un sesgo importante que limita nuestro campo de búsqueda. Durante mucho tiempo hemos creído que la vida solamente podría desarrollarse y proliferar en entornos similares a aquellos que nos resultan tolerantes para vivir a nosotros y a otras formas de vida que se nos parecen. Al mismo tiempo hemos descartado ambientes extremos, como aquellos con muy elevada temperatura, o alta presión, o el vacio del espacio, y los hemos catalogado como imposibles para el surgimiento y sustentamiento de vida. Sin embargo, recientemente hemos descubierto que la imaginación de la naturaleza es impensablemente más grande que la nuestra, y que la resistencia del fenómeno de la vida es realmente extrema.
2 de febrero de 2011
Homeopatía: la dilución de la medicina y el agua olvidadiza
He aquí con ustedes un nuevo artículo, de esos bien polémicos (si, son los que más disfruto escribiendo) y que hacen desatar la furia irracional de ciertas personas. Seguramente no de aquellos que entran a leer mi blog por gusto, que suelen ser personas racionales y que comparten, en diversos sentidos, mi forma de pensar; pero si de aquellos que entran solo para dejar un improductivo y generalmente insultante comentario cuando se divulgan ideas que se contradicen radicalmente con sus ilusorias creencias.
En esta ocasión voy a contarles acerca de la pseudociencia más peligrosa que existe, del timo más dañino y perjudicial que pueda concebirse: la homeopatía. ¿Por qué digo todo esto? Como saben, existen muchas pseudociencias (o falsas ciencias) que carecen por completo de evidencias, racionalidad e incluso sentido común. Tomemos como ejemplo la astrología: sabemos que es un conjunto de patrañas y mentiras, sabemos que es irracional y que la disposición arbitraria de cientos de estrellas distantes no tienen ninguna clase de influencia sobre la vida de las personas. La astrología es un fraude, ¿pero es peligrosa? Bueno, excepto que tu horóscopo diga que si eres Sagitario debes suicidarte y tú tengas la carencia de masa cerebral suficiente como para hacerlo, no es una pseudociencia peligrosa. La homeopatía, en cambio, en su intento de reemplazar a la medicina convencional, puede ser muy peligrosa y dañina; especialmente en personas con afecciones graves que dejan de recurrir a la medicina tradicional por su creencia en la homeopatía.
En esta ocasión voy a contarles acerca de la pseudociencia más peligrosa que existe, del timo más dañino y perjudicial que pueda concebirse: la homeopatía. ¿Por qué digo todo esto? Como saben, existen muchas pseudociencias (o falsas ciencias) que carecen por completo de evidencias, racionalidad e incluso sentido común. Tomemos como ejemplo la astrología: sabemos que es un conjunto de patrañas y mentiras, sabemos que es irracional y que la disposición arbitraria de cientos de estrellas distantes no tienen ninguna clase de influencia sobre la vida de las personas. La astrología es un fraude, ¿pero es peligrosa? Bueno, excepto que tu horóscopo diga que si eres Sagitario debes suicidarte y tú tengas la carencia de masa cerebral suficiente como para hacerlo, no es una pseudociencia peligrosa. La homeopatía, en cambio, en su intento de reemplazar a la medicina convencional, puede ser muy peligrosa y dañina; especialmente en personas con afecciones graves que dejan de recurrir a la medicina tradicional por su creencia en la homeopatía.
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