Cuando el genio naturalista Charles Darwin publicó su teoría del origen de las especies por selección natural (la cual menciono seguido en mis artículos, puesto que es una teoría que puede explicar con suma belleza como funciona algo tan increíblemente complejo como es la vida) muchos utilizaron (y aún utilizan) como argumentación para tratar de rechazarla que la complejidad del ojo no puede ser explicada por la evolución, y debe atribuirse necesariamente a la intervención divina, a un “diseño inteligente”, como le llaman.Por supuesto, la complejidad del ojo humano y el de muchos otros animales es realmente increíble. Miles de millones de años de evolución y aproximadamente cuatrocientas mil generaciones fueron atravesando el proceso de selección natural para derivar en el ojo complejo que poseen muchas de las especies. Y la evidencia de esto podemos obtenerla simplemente observando el mundo natural, donde diferentes especies cuentan con diferentes tipos de ojos, cada uno de ellos en distintas fases evolutivas y con distintos niveles de complejidad.

