18 de agosto de 2010

El Universo está en nosotros

El ser humano puede distinguirse del resto de los animales por ser el primero de estos en preguntarse cosas sobre sí mismo y sobre su entorno, por su búsqueda incesante de respuestas y explicaciones a preguntas tan profundas como “¿de dónde venimos?” o “¿por qué estamos aquí?”. A lo largo de la historia las personas han recurrido a la religión, los mitos y la espiritualidad para tratar de encontrar una respuesta a estas preguntas. Pero en el tiempo presente podemos encontrar una respuesta verdadera, real, empírica a estas preguntas a través de la ciencia. Y créanme, la respuesta es mucho más increíble e impresionante de lo que cualquier religión puede inventar profesar y la mente humana puede llegar a imaginar.

La respuesta a la pregunta “¿de dónde venimos?” se encuentra ligada de manera directa a un evento que, en principio, nos parecería totalmente ajeno a nosotros: la violenta “muerte” de las estrellas. Veremos a continuación (de manera simple y resumida) la agonía y muerte de cierto tipo de estrellas, un evento que llamamos supernova.

En las etapas tempranas del Universo, después del suceso del Big Bang y tras diferentes etapas complejas donde se suprimieron entre sí partículas y antipartículas, y donde el único material constituyente eran partículas subatómicas simples, el Universo en su totalidad se encontraba formado por nubes gaseosas compuestas únicamente del más básico de los elementos: hidrógeno. En estas instancias no existía ninguno de los elementos más pesados, y el Universo estaba formado en su totalidad por átomos de hidrógeno. Por efecto de la fuerza que hoy conocemos como gravedad, estas colosales nubes de hidrógeno comenzaron a agruparse y colapsar, y tras varios millones de años formaron las primeras estrellas del Universo.


A lo largo de su vida normal las estrellas se dedican a fundir átomos de hidrógeno, proceso que genera átomos de helio y desprende un sobrante de energía en forma de calor y luz. Cuando las estrellas muy masivas (con una masa de 8 a 10 veces superior a la masa del Sol) agotan sus reservas de hidrógeno, son capaces de empezar a fundir otros elementos: primero convierten el hidrógeno en helio, después el helio en carbono y oxígeno, luego el oxígeno en neón y magnesio, después silicio, azufre, y por último hierro; todos estos elementos formados se van disponiendo en forma de capas consecutivas hacia el interior de la estrella. Pero la fusión del hierro para obtener elementos más pesados no beneficia a la estrella, no mantiene caliente su núcleo, ya que la fusión del hierro requiere y absorbe energía, pero no la libera. Por lo tanto se forma un núcleo de hierro pero no se fusiona. En cierto punto dicho núcleo se torna inestable, y al alcanzar una masa 1,5 veces superior a la del Sol, se desploma con violencia: en medio segundo un núcleo del tamaño de la Tierra se comprime en un objeto de unos 15 km de diámetro. En tan solo un instante este núcleo rebota golpeando las capas exteriores de la estrella y provocando una de las mayores explosiones en nuestro Universo desde el Big Bang, una explosión colosal, un acontecimiento extraordinario: una supernova.

Todos los elementos de la tabla periódica más pesados que el hidrógeno y el helio son forjados en estas estrellas y arrojados al cosmos en estas descomunales explosiones. Luego la materia de estas explosiones se extiende por el Universo formando planetas, lunas, nuevas estrellas y algo incluso más extraordinario: vida.

Los seres humanos estamos formados básicamente de materia estelar o polvo estelar. Los elementos de nuestro cuerpo, no solo genérica, sino también específicamente, provienen de estrellas que murieron hace muchísimo tiempo. El calcio de nuestros huesos, el oxigeno que respiramos, el hierro de nuestra sangre, todo surgió en las reacciones nucleares de las estrellas y fue liberado por supernovas. Los elementos más pesados a partir del hierro (plata, oro, plomo, etc.) fueron producidos por las propias explosiones, por las supernovas.

En resumen, debemos nuestra vida, nuestra existencia y la existencia de toda la vida en todos los rincones del Universo a la caótica muerte de generaciones enteras de estrellas que dispusieron los materiales de los cuales hoy se compone la mayoría de la materia que conocemos. Todo lo que constituye tu ser, cada átomo y molécula de tu cuerpo, fue creado hace miles de millones de años en el núcleo de una estrella, mucho antes de que se formara nuestro Sol, los planetas y el sistema solar. Si pudiésemos rastrear nuestra ascendencia hasta sus comienzos, en nuestro árbol genealógico encontraríamos, definitivamente, una estrella.

Fuentes:

3 comentarios:

  1. me encanta, voy a leer, ya que soy la más limada y la ciencia me gusta, así que... por aquí pasaré (:

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  2. Todo bien con que seamos un licuado de estrellas. Pero a pesar de que sea algo absolutamente fascinante no me satisface Dami. No me satisface el hecho de no saber de dónde, proviene, en este caso, el creador de mi existencia (la muerte de estrellas).
    De todos modos, me hace pensar en la conducta humana, de tangibilizar las cosas, darles un inicio y un fin. Un cuándo, un cómo y un por qué. A lo que quiero llegar, es a que tal vez encaramos esta clase de incógnitas de una manera incorrecta, qué pasa si existieran cosas que no tienen un inicio, o un fin. Sinceramente me siento infradotado para semejante tarea, la de comprender, de una forma científica, algo de tales caraterísticas. Tal vez la lógica y la razón se están volviendo arcaícas y un paso evolutivo es crucial para el desarrollo de nuestro conocimiento.

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  3. Ðim: esa sensación de insatisfacción por no saber de dónde proviene tu “creador”, como vos decís, es bastante común y la experimenta la gran mayoría de la gente (por algo la invención de las religiones), y se deriva en gran medida del gigantesco ego del ser humano, que siempre cree ser más importante y especial que el resto de las cosas que lo rodean. Hay que librarse por un momento de ese pensamiento egocéntrico que nos hace parecer especiales y pensar con realismo de que estamos hechos los seres humanos (y la gran mayoría de los seres vivos en el planeta). Y encontramos que estamos constituidos de átomos de los elementos más comunes en todo el Universo: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno. Estos son los elementos más abundantes (de hecho, la materia conocida es un 75% de hidrógeno); todas las estrellas, las nebulosas, los planetas, las lunas, los cometas, todo lo que existe en el cosmos está hecho principalmente de estos 4 elementos. Si esto es así para estrellas y planetas que tienen una inmensidad descomunal en el vasto Universo, ¿por qué no habría de ser de la misma forma para una forma de vida joven surgida en un remoto planeta de un remoto sistema de una remota galaxia entre las miles de millones de galaxias que pueblan el Universo? Y de esos 4 elementos, el único existente en el amanecer del Universo era el hidrógeno; el resto de esos elementos y todos aquellos más pesados tuvieron que ser forjados, si o si, en el núcleo de las estrellas, en las explosiones de supernovas.

    Sobre tu comentario acerca de la lógica, la razón y la comprensión de las preguntas que han acosado siempre a la humanidad, es lógico que uno se sienta infradotado para en esos ámbitos; todos los humanos deberíamos sentirnos así, hasta los más grandes científicos de todos los tiempos se sintieron de esa forma. El problema es que esta clase de conocimiento sobre cómo funciona el Universo, sobre nuestros orígenes, sobre la razón a la existencia de la vida, sobre las magnitudes casi infinitas que existen en el cosmos; todo esto excede ampliamente la capacidad de la mente (y la raza) humana. Por más imaginación que una persona pueda tener, por más inteligente que pueda ser, es muy probable que nunca llegue a comprender realmente el tamaño de las galaxias y las distancias que las separan; mucho menos como es que un átomo aislado es solo un átomo, sin capacidad para hacer nada, pero miles de millones de átomos de un compuesto especifico unidos de una forma específica pueden generar algo tan complejo como el pensamiento y la razón.

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